Hacer cosas para que los demás sean felices. Sentirme ÚTIL para el prójimo. Cuando doy, recibo mucho más.
Me hace feliz pasar los meses de verano viajando por Europa en nuestra caravana con mi padre, mi madre, y mi hermano; es una época pasada, pero recordarlo me hace muy feliz. He de reconocer que también me hace muy muy muy feliz… ¡¡¡COMER CHOCOLATE!!!
Feliz día a todos,
(: Aritafeliz 🙂
Me hace feliz la naturaleza, cuando me levanto cada día me gusta. Me hace feliz la costura. El chocolate me trae por la calle de la amargura. Mi nieto, es lo más, sería lo primero, junto con mi familia. Viajar me gusta mucho. Mis amigos, que tengo muchos, también me hacen feliz. Estar viva, estar aquí, también. Son tantas cosas…
Para ser feliz no necesito nada más que disfrutar de la ternura de mi familia y la maravillosa compañía de mis amigos. Unas cuantas sonrisas y alguna palabra de cariño cada noche antes de irme a dormir, y un pedazo de cielo al otro lado de la ventana a la que se asoma la luz al amanecer. Disfrutar de lo que tengo, sin esperar nada extraordinario, y que lo que pienso, lo que digo y lo que hago vayan en sintonía. Pero, por encima de todo, mi felicidad son mis tres benditos ángeles, que sin poseer nada material tienen el corazón más sano y las cabezas más lúcidas que he conocido. Es ese premio de mirarles a los ojos e ir de sus manos mientras mi mundo gira a su alrededor. Sus sonrisas. Mi felicidad es ese instante de belleza a diario.
Ver a amigos y familiares que están lejos y sentir que no ha pasado el tiempo, bajar la ventanilla del coche al llegar a Málaga y oler el mar, ir a casa de mi madre y que me deje la cama preparada con una nota de buenas noches y un montoncito de jazmines, aprender nuevas palabras en inglés y haber descubierto a los 26 años una profesión que me gusta y apasiona.